La ansiedad, por sí misma no es mala: se trata de una respuesta de tu organismo que te prepara para afrontar una situación que te requiere un gran esfuerzo. Lo que hace la ansiedad es activar tu cuerpo para poder hacer frente a esa amenaza del presente o del futuro y sus orígenes suelen ser diversos: puede deberse a una situación personal, por motivos laborales, familiares…
El problema está cuando esa ansiedad, que habitualmente es una respuesta temporal, persiste en el tiempo sin responder a ningún estímulo concreto y le acompañan una serie de síntomas que interfieren en tu vida diaria.
Ansiedad por los sofocos de la menopausia
Al igual que sucede con la depresión en la menopausia, la ansiedad puede intensificarse cuando interfiere con otros síntomas de la menopausia. Y entre ellos, uno de los que más incomodidad causa son los sofocos.
Los sofocos son sensaciones repentinas de calor en la parte superior del cuerpo. Como es imposible predecir cuándo aparecerá el siguiente sofoco, muchas mujeres los experimentan en sitios públicos o en momentos en los que les resulta más incómodo.
Al tener malas experiencias con los sofocos en este tipo de situaciones, muchas mujeres empiezan a sentir ansiedad cada vez que tienen que salir de casa, ya que se sienten incómodas imaginando cómo deberán enfrentarse a esa situación.
Pero al igual que con otros síntomas, la relación entre ansiedad y sofocos también funciona en ambas direcciones: cuanta más ansiedad tengas, más posibilidades tendrás de experimentar sofocos más intensos, así como otros síntomas de la menopausia.
De ahí que sea imprescindible mantener unos buenos hábitos que te ayuden a controlar tanto los sofocos como la ansiedad. Especialmente evitar el café, el alcohol y las comidas picantes te ayudarán a reducir la intensidad y la frecuencia de los sofocos. Y para combatir de forma directa la ansiedad, te puede resultar muy útil practicar yoga, meditación o ejercicios de respiración.
Palpitaciones en la menopausia
Las palpitaciones son un síntoma común en la menopausia, y habitualmente también están muy relacionadas con la ansiedad. Frecuentemente se identifican con una sensación en la que tu corazón late con fuerza y más rápido de lo normal cuando el cuerpo está en reposo.
Por norma general estas palpitaciones no duran más que unos pocos minutos y rara vez entrañan peligro para la salud, aunque pueden causar miedo e incertidumbre.
En realidad, las palpitaciones son una sensación que todo el mundo ha sufrido alguna vez, ya que el ejercicio físico también provoca este aceleramiento del corazón. Por tanto, son una reacción natural del organismo.
El problema está cuando esas palpitaciones se deben al estrés o a la ansiedad, es decir, que se producen porque el cuerpo se está anticipando a una situación que ocurrirá en el futuro y se manifiesta físicamente de esta forma.
Las palpitaciones son un síntoma común de la menopausia, en la que influyen los desajustes hormonales propios de esta etapa. Y aunque por norma general, como hemos comentado, no entrañan un peligro para la salud, en algunos casos pueden estar relacionadas con otro tipo de dolencias.
Por eso, si notas algo fuera de lo habitual, no dudes en consultarlo con tu médico.
Sensación de angustia en la menopausia
La ansiedad en la menopausia puede manifestarse como una sensación de nervios, taquicardias o palpitaciones, sudoración, temblores, mareos o pensamientos catastrofistas, entre otros.
Experimentar síntomas de la menopausia como los sofocos puede provocar inquietud e inseguridad, debido a los cambios corporales y a la incertidumbre, por lo que no es de extrañar que la sensación de angustia se incremente. De hecho, es habitual que no siempre se sea consciente de las señales de la ansiedad o que se confundan con otras dolencias.
Muchas veces esa angustia se manifiesta en forma de pensamientos intrusivos, los cuales pueden ser difíciles de detener y gestionar. También puede notarse físicamente cuando aumentan las pulsaciones, temblores, sensación de nudo en el estómago o falta de aire.
La angustia es un estado emocional que aparece como una respuesta ante diversas situaciones de estrés, miedo o peligros desconocidos. Se trata de una emoción intensa y desagradable que proyecta una misma y que amplifica los síntomas de la ansiedad.
Algunos estudios muestran que mujeres que ya presentaban síntomas de ansiedad antes de entrar en la menopausia aumentaron sus síntomas una vez iniciada esta etapa. Por eso será importante que prestes atención a los síntomas con los que se manifiesta la angustia, especialmente a los físicos, ya que suelen ser los que más pistas te dan sobre la aparición de la ansiedad.
Ver: Insomnio en la menopausia
REF: Bryant, C., Judd, F., & Hickey, M. (2012). Anxiety during the menopausal transition: A systematic review. Journal of Affective Disorders, 139(2), 141-148. https://doi.org/10.1016/j.jad.2011.06.055